Señor Jesús en este momento me dirijo a tí, creyendo que existes, te abro la puerta de mi corazón para recibirte como mi Señor y Salvador, te pido perdón y me arrepiento por toda mi vida pasada, a partir de hoy te entrego mi vida, confieso con mi boca y creo en mi corazón que tu eres el Señor y que te levantaste de los muertos, límpiame de todos mis pecados con tu sangre preciosa, renuncio a Satanás y a todo pacto que haya hecho con él, y permíteme comenzar una vida nueva a partir de hoy, ayúdame a seguir tu ejemplo, utiliza mi vida en lo que pueda servirte, en el nombre de Jesús, que así sea.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Mateo 6:7-13
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré.
Él te librará del lazo del cazador,
De la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.
No temerás el terror nocturno,
Ni saeta que vuele de día,
Ni pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil,
Y diez mil a tu diestra;
Mas a ti no llegará.
Ciertamente con tus ojos mirarás
Y verás la recompensa de los impíos.
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo por tu habitación,
No te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada.
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,
Que te guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevarán,
Para que tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y el áspid pisarás;
Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará, y yo le responderé;
Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.
Lo saciaré de larga vida,
Y le mostraré mi salvación.
Señor, escucha mi oración
atiende a mi súplica.
Tú eres justo y fiel; ¡respóndeme!
Pero no me juzgues con dureza,
pues ante ti nadie puede justificarse.
Mi enemigo me ha perseguido con saña;
ha puesto mi vida por los suelos.
Me hace vivir en tinieblas, como los muertos.
Mi espíritu está totalmente deprimido;
tengo el corazón totalmente deshecho.
Cuando evoco los días de antaño,
y me acuerdo de tus grandes proezas
y pienso en todo lo que has hecho,
elevo mis manos hacia ti,
pues tengo sed de ti. ¡Soy como tierra seca!
Señor, ¡respóndeme, que mi espíritu se apaga!
¡No te escondas de mí,
o seré contado entre los muertos!
Muéstrame tu misericordia por la mañana,
porque en ti he puesto mi confianza.
Muéstrame el camino que debo seguir,
porque en tus manos he puesto mi vida.
Señor, líbrame de mis enemigos,
pues tú eres mi refugio.
Tú eres mi Dios; enséñame a hacer tu voluntad,
y que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos.
Señor, por tu nombre, vivifícame;
por tu justicia, líbrame de la angustia;
por tu misericordia, acaba con mis enemigos;
¡destruye a los que atentan contra mi vida,
porque yo soy tu siervo!
Salmos 5:2-4
Ten misericordia de mí, oh Señor, porque estoy enfermo; sáname, oh Señor, porque mis huesos se estremecen.
Mi alma también está muy turbada; y tú, Señor, ¿hasta cuándo?
Vuélvete, oh Señor, libra mi alma; sálvame por tu misericordia
Salmos 30:11-12
Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio y me ceñiste de alegría; para que cante gloria a ti, y no esté callado; Jehová Dios mío, te alabaré para siempre
Dios mío, por tu gran misericordia, ¡ten piedad de mí!; por tu infinita bondad, ¡borra mis rebeliones!
Lávame más y más de mi maldad; ¡límpiame de mi pecado!
Reconozco que he sido rebelde; ¡mi pecado está siempre ante mis ojos!
Contra ti, y sólo contra ti, he pecado; ¡ante tus propios ojos he hecho lo malo! Eso justifica plenamente tu sentencia, y demuestra que tu juicio es impecable.
¡Mírame! ¡Yo fui formado en la maldad! ¡Mi madre me concibió en pecado!
¡Mírame! Tú amas la verdad en lo íntimo; ¡haz que en lo secreto comprenda tu sabiduría!
¡Purifícame con hisopo, y estaré limpio! ¡Lávame, y estaré más blanco que la nieve!
¡Lléname de gozo y alegría, y revivirán estos huesos que has abatido!
No te fijes ya en mis pecados; más bien, borra todas mis maldades.
Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud!
¡No me despidas de tu presencia, ni quites de mí tu santo espíritu!
¡Devuélveme el gozo de tu salvación! ¡Dame un espíritu dispuesto a obedecerte!
Así instruiré a los pecadores en tus caminos; así los pecadores se volverán a ti.
Dios mío, Dios de mi salvación, ¡líbrame de derramar sangre, y mi lengua proclamará tu justicia!
Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
Aún si yo te ofreciera sacrificios, no es eso lo que quieres; ¡no te agradan los holocaustos!
Los sacrificios que tú quieres son el espíritu quebrantado; tú, Dios mío, no desprecias al corazón contrito y humillado.
Por tu bondad, trata bien a Sión; ¡reconstruye las murallas de Jerusalén!
Te agradarás entonces con los sacrificios que mereces, con los holocaustos y ofrendas del todo quemadas; se ofrecerán entonces becerros sobre tu altar.
Salmos 51
Te amo, oh Jehová, fortaleza mía.
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.
Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron.
Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte.
En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
La tierra fue conmovida y tembló; se conmovieron los cimientos de los montes, y se estremecieron, porque se indignó él.
Humo subió de su nariz, y de su boca fuego consumidor; carbones fueron por él encendidos.
Inclinó los cielos, y descendió; y había densas tinieblas debajo de sus pies.
Cabalgó sobre un querubín, y voló; voló sobre las alas del viento.
Puso tinieblas por su escondedero, por cortina suya alrededor de sí; oscuridad de aguas, nubes de los cielos.
Por el resplandor de su presencia, sus nubes pasaron; granizo y carbones ardientes.
Tronó en los cielos Jehová, y el Altísimo dio su voz; granizo y carbones de fuego.
Envió sus saetas, y los dispersó; lanzó relámpagos, y los destruyó.
Entonces aparecieron los abismos de las aguas, y quedaron al descubierto los cimientos del mundo, a tu reprensión, oh Jehová, por el soplo del aliento de tu nariz.
Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas.
Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo.
Me asaltaron en el día de mi quebranto, mas Jehová fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí.
Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
Porque yo he guardado los caminos de Jehová, y no me aparté impíamente de mi Dios.
Pues todos sus juicios estuvieron delante de mí, y no me he apartado de sus estatutos.
Fui recto para con él, y me he guardado de mi maldad, por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista.
Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para con el hombre íntegro.
Limpio te mostrarás para con el limpio, y severo serás para con el perverso.
Porque tú salvarás al pueblo afligido, y humillarás los ojos altivos.
Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.
Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros.
En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él esperan.
Porque ¿quién es Dios sino solo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino;
Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas;
Quien adiestra mis manos para la batalla, para entesar con mis brazos el arco de bronce.
Me diste asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido.
Ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado.
Perseguí a mis enemigos, y los alcancé, y no volví hasta acabarlos.
Los herí de modo que no se levantasen; cayeron debajo de mis pies.
Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; has humillado a mis enemigos debajo de mí.
Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, para que yo destruya a los que me aborrecen.
Clamaron, y no hubo quien salvase; aun a Jehová, pero no los oyó.
Y los molí como polvo delante del viento; los eché fuera como lodo de las calles.
Me has librado de las contiendas del pueblo; me has hecho cabeza de las naciones; pueblo que yo no conocía me sirvió.
Al oír de mí me obedecieron; los hijos de extraños se sometieron a mí.
Los extraños se debilitaron y salieron temblando de sus encierros.
Viva Jehová, y bendita sea mi roca, y enaltecido sea el Dios de mi salvación;
El Dios que venga mis agravios, y somete pueblos debajo de mí;
El que me libra de mis enemigos, y aun me eleva sobre los que se levantan contra mí; me libraste de varón violento.
Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre.
Grandes triunfos da a su rey, y hace misericordia a su ungido, a David y a su descendencia para siempre.